Supongamos un frente  que avanza en una dirección determinada: ya sea que se trate de un frente frío como de un frente caliente, la masa de aire más cálido (menos denso) es forzado a ascender sobre la masa de aire más frío (más denso), y así el ascenso de lugar a nubosidad de diferente magnitud y eventualmente a precipitación.

En algunas ocasiones, por delante del frente avanza otra franja de características inestables, conocida como LÍNEA DE INESTABILIDAD. Sobre la misma se desarrollan fenómenos similares a los que ocurren sobre un frente, e incluso pueden darse sobre la misma eventos de tiempo severo más importantes que sobre el frente propiamente dicho.

Las líneas de inestabilidad son conjuntos organizados de nubes cumulonimbus y nimbostratus. Generalmente se forman al norte o noreste de un frente frío. Aproximadamente uno de cada cuatro frentes fríos muestran una línea de inestabilidad por delante. Primero se hallan asociadas a los mismos, aunque luego desarrollan medios de propagación propios y se separan, en algunos casos, cientos de kilómetros del frente que les dio origen.

Desde una posición fija puede notarse la diferencia entre una línea de inestabilidad y un frente frío propiamente dicho porque, en el primer caso, las lluvias y/o tormentas desaparecen o se atenúan en poco tiempo, al igual que el descenso de la temperatura, para luego dar paso al frente, que produce lluvias continuas y un prolongado y paulatino descenso de la temperatura.

Las líneas de inestabilidad se observan más frecuentemente en los meses de verano. Algunas, como dijimos, pueden generar condiciones de tiempo severo, con chaparrones fuertes, tormentas intensas, actividad eléctrica e incluso granizo. También pueden estar acompañadas de ráfagas de 70 – 90 km/h.