Llovizna: Consiste exclusivamente de gotas de agua muy pequeñas, cuyo diámetro no supera el medio milímetro. Resultan a veces tan pequeñas que parecen flotar en el aire, o se desplazan suspendidas en el viento. Las gotas son pequeñas pero muy numerosas y forman una cobertura densa.

Lluvia: Las gotas superan el medio milímetro y alcanzan la superficie terrestre, luego de fragmentarse y disminuir de diámetro en el camino desde la base de la nube hasta la superficie. Algunas veces la evaporación es completa y las gotas no alcanzan la superficie.

Nieve: Es precipitación de agua en estado sólido, como conglomerado de cristales de hielo. Los mismos se cubren por una capa exterior de agua líquida, lo que provoca que se adhieran unos a otros al colisionar, formando copos.

Agua nieve: En invierno puede observarse la caída de partículas de hielo transparente que no son copos de nieve. No se han convertido en agua líquida porque cerca de la superficie la temperatura es inferior a 0°C.

Lluvia congelante: Es lluvia formada por gotas tan frías que se congelan al chocar contra alguna superficie sólida.

Granizo: Cuerpos de hielo que se forman gracias a las corrientes ascendentes dentro de una nube cumulonimbus. Inicialmente son pequeños gránulos de hielo que son arrastrados hacia arriba por la corriente ascendente de la nube de tormenta, colectando a su paso más gotas que se congelan, agrandándose. Los ascensos y descensos dentro de la nube pueden repetirse muchas veces antes de que el granizo caiga.

Es interesante comprobar que al cortar una piedra de granizo se observan capas concéntricas, cada una de las cuales corresponde a un ascenso dentro de la nube. Finalmente alcanza un tamaño que dependerá de cuántos “viajes” realizó dentro de la nube de tormenta, lo que a su vez depende de la intensidad de las corrientes ascendentes dentro de la misma.