CURSO de PRECIPITACIÓN Y PLUVIOMETRÍA |
1.6 GENERACIÓN ARTIFICIAL DE LLUVIA Para generar lluvia es preciso que primero
se desarrolle una nube. Para que esto suceda, el contenido de vapor de agua en
la atmósfera debe ser muy elevado. Este proceso sólo puede ocurrir en forma
natural, ya que la “creación” de una nube en forma artificial, a partir de una
atmósfera seca, es impracticable: la energía necesaria para llevar a cabo esto
superaría a la de una bomba de hidrógeno. Probablemente siempre resultará
imposible construir una nube de lluvia en condiciones adversas no favorables. Por lo tanto, la generación de lluvia
artificial se limita al aprovechamiento de las nubes que se forman naturalmente,
aumentando su capacidad de generar lluvia. Debe existir una situación
atmosférica naturalmente propicia para que se pueda estimular artificialmente
la producción de precipitaciones. Recordando los procesos de formación de
nubes, diremos que los mismos se inician a partir de pequeños cristales de
hielo o gotitas muy frías que se hallan dentro de la nube. Cabe pensar que si
se agregaran artificialmente estos elementos dentro de una nube, la producción
de lluvia se desencadenaría o sería mayor que el previsto. Esto no es
practicable, al menos con cristales de hielo o pequeñas gotas de agua. Se han utilizado para tal fin pequeñas partículas de YODURO DE PLATA, que actúan en forma muy similar a los cristales de hielo en temperaturas inferiores a -5°C. La “siembra” artificial de yoduro de plata en nubes convenientes se puede llevar a cabo desde un avión o desde tierra, por medio de cañones. Una vez identificada por medio de un radar meteorológico la zona dentro de la nube que resulta más apta para la siembra, se introduce por algún medio el yoduro de plata y a partir de allí el proceso natural de formación de gotas de lluvia se ve aumentado. En nubes situadas en regiones más cálidas,
la formación de gotas parte de la existencia inicial de gotitas que comiencen a
condensar sobre núcleos de condensación. La producción artificial de lluvia se
basará entonces en la incorporación de sustancias eficientes para actuar como
núcleos de condensación. Para ello se utiliza CLORURO DE SODIO, es decir, sal
común de mesa, e grandes cantidades. Las dificultades que presenta esta técnica
son grandes. Primeramente, en periodos de sequía también la nubosidad y la
humedad suelen ser muy escasas y las posibilidades de aplicar estos métodos es
nula. Si no se siembra la nube en el sitio correcto, el resultado puede ser más
lluvia en un sitio, a costa de reducir la precipitación en otras. Si el momento
de la siembra es prematuro, las corrientes verticales dentro de la nube pueden
verse inhibidas: la nube podría disiparse antes de producir lluvia, creando un
efecto contrario al buscado. Se considera un resultado favorable que la precipitación aumente en un 10-15% al utilizar estos métodos. Los mejores resultados se han obtenido en nubes cumulonimbus y en la ladera de barlovento de elevaciones montañosas. |
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